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En un pueblo de ecuador viven mas de 120 años

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Mensaje por zeusking Miér Ago 24, 2011 5:33 pm

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EL MISTERIO DE VILCABAMBA, EN ECUADOR
Viven más de 120 años sin dietas y con sexo, alcohol y hasta drogas

Hay un lugar en el mundo que contradice las más elementales normas de cuidado médico que funcionan en el resto del planeta. Se trata de un pequeño poblado ecuatoriano, que tiene una de las más altas tasas de centenarios y en donde hasta los animales viven más. Pero no sólo es cuestión de sobrevivir hasta esa edad. Los más viejos lugareños, casi todos hombres, continúan hasta el último día en plenitud física, leyendo sin anteojos y con el pelo del color original. La experiencia del médico argentino que escribió sobre el lugar. Qué les pasaría a las sociedades si se evitara el envejecimiento.


Segundo Guerra. Tiene más de 90 años, se mueve sin problemas por la montaña. Fuma chamico, droga más fuerte que la marihuana, y sólo habla de mujeres. Aún es joven.
Dice un mito muy popular en Vilcabamba que una investigadora alemana fue allí con el ánimo de pagarles a los viejos de la zona a cambio de sexo. La idea era reunir información para un libro que titularía El sexo a los cien años. Se tuvo que volver antes de tiempo por falta de fondos.
No es el único de los comportamientos de los lugareños ajeno a la extendida concepción de la vejez como tiempo mutilado, de dependencia, algo así como un regreso al desamparo de los bebés humanos. Fuman una droga llamada chamico, más peligrosa que la marihuana y alucinatoria, no le escatiman al alcohol ni al café, ni siquiera a la sal. Pero se los ve igual por las laderas caminando y cultivando sin problemas.

Para la ciencia, es un misterio que hasta ahora no se puede explicar ni por el agua que se consume allí, ni por el aire, ni por nada. Ni siquiera de un modo definitivo por los genes, ya que los animales también viven más y las personas enfermas que van ahí suelen restablecerse de complicadas cardiopatías, por ejemplo. El médico y escritor argentino Ricardo Coler estuvo en la zona y escribió un atrapante libro con las opiniones de los centenarios, que no siempre tienen buena onda (ver siguiente).

Misterio. Vilcabamba es una pequeña ciudad de Ecuador, ubicada a 1.500 metros sobre el nivel del mar, con poco más de 4 mil habitantes. Nada demasiado especial en comparación con otras poblaciones similares del valle. Pero allí vive José Medina, un labriego de 112 años, que anda apenas ayudado por un bastón. Cuando habla, recuerda: “Cuando yo era un joven de 60 años...”. O Timoteo Arboledo, que fuma el chamico y adora el café: “Con el café vivo”, le dijo a Coler. Ellos son nacidos y criados allí. Pero Isabela Ruiz llegó con problemas de salud y se curó. Ahora tiene 75 años pero parece de 50 bien llevados, sin rastros de ninguna cirugía.

Vilcabamba comparte esta curiosa característica de tener muchos centenarios en buenas condiciones con el poblado de Hunza, en Pakistán, y con la zona de Abkhasia, en Georgia.

“El misterio de Vilcabamba es que no hay misterios. Hubo muchas misiones científicas y ninguna pudo descubrir la razón de la longevidad”, dijo Coler a PERFIL. Sin embargo, se pueden decir algunas cosas. “La dieta no puede explicar todo: tenemos la cabeza armada para entender que alguien sano es porque come sano. Pero en el libro cuento que tienen bien los dientes, la vista, el pelo y su capacidad física. Todo eso, y el sistema cardiovascular, envejecen de modo diferente”. Por eso Coler calcula que hay algo ahí que detiene el envejecimiento. “Nadie se enferma: no tienen artritis y hay pocos casos de cáncer”, enumeró.

Como suele suceder, donde la ciencia no llega aparece lo irracional. Así, en el valle, proliferan grupos new age o adoradores de los fenómenos tipo ovni que, claro, tampoco aportan ninguna explicación coherente.

Dos siglos. “Lo que sucede allí va contra las pautas habituales de la medicina”, señaló Gastón Rey Valzacchi, ex presidente de la Sociedad Argentina de Andrología. “El exceso en comidas, grasas, cigarrillos, alcohol, es perjudicial, no hay ninguna duda”, agregó. “Si en Vilcabamba se vive más, es que las dietas y el estilo de vida no son todo. Hay otros factores, genéticos seguramente, que hacen que las personas extiendan su existencia. Pero para nosotros, que no tenemos estos mecanismos, tener controlados esos aspectos de la vida es mejor”, abundó. De todos modos, recalcó Rey Valzacchi, no quiere decir que si los ancianos de Vilcabamba moderaran sus actividades vivirían 200 años.

¿Qué pasaría si se encontrara la forma, genética o ambiental, de vivir doscientos años con tranquilidad? Fernanda Ceriani, investigadora del Instituto Leloir en cronobiología, señaló que la muerte es un proceso biológico determinado por algunos genes, según se ha demostrado en laboratorio con algunas especies de moscas y gusanos. “Se encontró que preparando algunos mutantes, es decir cambiándoles algunos genes, se logra que la expectativa de vida aumente un 30%; y sí es posible alterar genes y prolongar la vida”, dijo con la salvedad de que la extrapolación al ser humano no debe ser lineal.

Qué pasaría con las sociedades si vivir 150 años fuera lo común es tema de otra nota. Y, posiblemente, hasta de otra sección.


El asombro de un médico argentino

“Mi intención no era dar una noticia sobre cómo vivir mucho sino pensar otras cosas, como que algunas ideas quedan establecidas como verdades y que después se deshacen. Por ejemplo, la vejez y la muerte”, aclaró de entrada Ricardo Coler, médico y escritor argentino, autor de Eterna juventud, donde cuenta sus experiencias en Vilcabamba, que como él bien aclara están mechadas por reflexiones sobre el estatus de la medicina y la ciencia.

Y, pese a su formación, reniega un poco a causa de la transformación de la antigua ciencia hipocrática. “Por alguna razón extraña, la medicina, emparentada con la moral, ocupa hoy el lugar de la Iglesia, te reta, te restringe, te castiga. Yo vengo de la medicina tradicional, pero es una lástima que funcione así. Un gusto se paga con enfermedad y muerte”, opinó. Tal vez, entonces, sin quererlo, el ejemplo de Vilcabamba, donde están los límites de ese modelo de premios y castigos, funciona como modo de relativizar las verdades que sí funcionan en todo el resto del globo: la sal en exceso enferma, como el tabaco, como las drogas y demás.

El problema, que podría ser sólo epistemológico, toma otro cariz cuando se advierte el modo en que algunos estudios científicos taparon una parte de lo que sí sucede allí, porque no encaja con la teoría. “Los estudios no cuentan que los centenarios fuman, se drogan y beben el puro, una bebida de alta concentración alcohólica. Comen con sal y toman mucho café. Eso es políticamente incorrecto”. No sólo: también es mentira.

“Y viven preocupados, lo que también desbarata la teoría de la new age”, concluyó Coler, que tampoco acepta ese facilismo como solución.

Ejercicio y buen humor

En mayo pasado, PERFIL publicó un informe, basado en el libro Blue zones, de Dan Buettner, respecto de las coincidencias en cuanto a estilos de vida que mostraban los cuatro lugares del mundo con mayor cantidad de población por encima de los cien años.

Las ciudades corresponden a Italia, Costa Rica, Estados Unidos (en California) y la isla de Okinawa (donde está la ciudad de Ogimi).

Ricardo Coler también estuvo en Ogimi, pero las diferencias con Vilcabamba saltan a la vista. “En Ogimi hacen un culto a la longevidad: a la entrada del pueblo tienen un momunento al longevo. Están orgullosísimos de ser el lugar en todo el mundo donde se vive más tiempo”, indicó. Pero añadió que “viven más tiempo porque son alumnos perfectos de la medicina. Comen lo que tienen que comer, no tienen ningún tipo de vicio”.

En Ogimi, los viejos son especies de rock stars. Pero, a diferencia del pueblo ecuatoriano, están llenos de patologías. Resumió Coler: “Llegan a los cien años pero hechos pedazos”.

Datos. Entre las actividades que se reconocía como vitales en el artículo antes mencionado, se señalaba la realización de alguna actividad física que gustara y que se considerara como natural, no por la obligación de mantenerse activo.

Buettner sostuvo también en su trabajo que en general las personas que llegan en óptimas condiciones a esa edad tienen una buena onda general con el mundo.

Sin embargo, Coler advirtió que muchos de los ancianos centenarios del Ecuador son un poco mal llevados y se los advierte cansados de ser sometidos siempre al mismo interrogatorio por parte de turistas y científicos ansiosos por conseguir la llave que abra la puertas de la eternidad.
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